Por Erikmar Mendoza
Las sudaderas y camisetas con aires old school y confeccionadas con algodón de alta calidad que se inspiran en las marcas de streetwear estadounidenses son el emblema de una firma digital que, en poco más de un año y medio, ha creado una fuerte comunidad online que espera con ansia cada uno de sus lanzamientos, con unidades limitadas.
La empresa, fundada por dos jóvenes madrileños, ha vendido en 2022 más de 15.000 unidades y aspira a superar los 2 millones de euros de facturación en 2023. Uno de los valores del ADN de Cold Culture es ‘Thinking Worldwide’, un interés por diferentes culturas que plasman periódicamente en colecciones inspiradas en ciudades del mundo; realizan en ellas sus producciones, con modelos y equipos locales y siempre con cámaras analógicas para lograr ese aire retro que caracteriza su look & feel.
Las sudaderas y camisetas son las niñas ‘bonitas’ de esta firma, pues fueron, durante una larga temporada, las únicas prendas que fabrican. Confeccionadas con algodón de alta calidad, son reconocibles por sus tonos neutros y por los acabados en neón que rompen la monocromía en forma de frases o símbolos que representan su espíritu global. Sus acabados garment dyed —efecto desgastado— gustan especialmente a sus clientes. Tanto las camisetas como las sudaderas —con y sin capucha— destacan por la cuidada producción, con gran atención a los detalles.
Como hacen las grandes marcas, Cold Culture trasciende el concepto de colecciones estacionales. Hay una colección fija con las prendas que más funcionan, pero apuestan por la tendencia de las colecciones cápsula, con unidades exclusivas y limitadas.
Destacan sus colecciones inspiradas en ciudades de todo el mundo, en las que los miembros del equipo han vivido o que les ha impactado desde sus viajes. Para darlas al conocer, se desplazan a cada una de estas urbes y hacen todas las producciones con modelos y equipos gráficos locales, y siempre, siempre, con cámaras analógicas. La primera de ella se hizo en la capital de Francia –Le Club Paris—, y muy pronto le siguieron las de
Seúl —No sleep in Seoul—, Paranoia —Ámsterdam— y Oporto, bajo el eslogan Trust The Process. De esta última se sienten particularmente orgullosos, porque además de un gran resultado estético, los editoriales se hicieron en las fábricas de Cold Culture en esta ciudad portuguesa. Además de estas colecciones ‘capitalinas’, también lanzan otras puntuales más reducidas. Además de sudaderas y camisetas, en su tienda online hay cada vez más productos, como pantalones, mochilas, gorras o incluso mecheros.
UNA FIRMA CON VALORES Y NATIVA EN LO DIGITAL
Cold Culture es ropa, pero también un estilo de ver y entender la vida en torno al que se agrupa una potente comunidad que encuentra en las
redes sociales un marco perfecto para relacionarse. Como explican sus socios, «Cold Culture es un grupo de gente con interés por la cultura urbana, entendida esta como gustos parecidos en cuanto a moda, música, arte y diversión. Pero los valores son casi más importantes. Nos gusta definirnos como gente afín a nuestro lema Thinking Worldwide, con una mentalidad abierta al mundo, inquieta y curiosa.
Erikmar Mendoza