
Por redacción
En pleno Parque Natural de la Sierra de Mariola, a casi 900 metros de altitud y a tan solo 12 km del Mediterráneo, se encuentra Masía Vilaplana, una finca centenaria que hoy produce uno de los aceites de oliva virgen extra (AOVE) ecológicos más selectos del país. Hablamos con Óscar Arranz, su CEO, quien ha convertido un proyecto de recuperación agrícola en un referente de sostenibilidad, lujo y calidad extrema.
¿Cuál fue el origen de Masía Vilaplana y qué lo motivó personalmente a especializarse en la producción de AOVE premium?
La historia de la finca se remonta, al menos, al año 1700. En 2020 la compré después de que estuviera abandonada durante más de 12 años. Desde el primer momento sentí la responsabilidad —y el deseo— de compartir con el mundo el tesoro que guardan estas tierras. Así empezó todo.
Masía Vilaplana produce aceite de oliva virgen extra ecológico de altísima calidad. ¿Qué lo diferencia en el mercado?
España tiene algunos de los mejores AOVEs del mundo, pero nosotros destacamos por varios motivos. Primero, la ubicación: estamos en un entorno privilegiado dentro de un Parque Natural, lo que nos llevó a transformar la finca en ecológica. También influye la altitud, estamos a 900 metros, y la cercanía al mar, que nos aporta una brisa constante. Y por supuesto, el mimo con el que cuidamos cada árbol. Eso no se improvisa.
¿Qué variedades de aceituna utilizan y cómo influyen en el perfil organoléptico del aceite?
Nuestra finca cuenta con 19.880 olivos de variedad picual y 120 de arbequina. La picual, combinada con la altitud y el cultivo ecológico, crea el cóctel perfecto. Es la variedad con más antioxidantes y eso se nota. Nuestro aceite tiene una intensidad aromática y gustativa única, con notas frutales, herbáceas, un amargor equilibrado y ese ligero picor característico de los aceites de alta montaña. Además, su altísimo contenido en polifenoles y ácido oleico le da mayor estabilidad y beneficios para la salud.

La calidad empieza en el campo. ¿Cómo es el proceso desde la cosecha hasta el embotellado?
Controlamos cada etapa. La cosecha comienza a las 6 de la mañana, en las zonas más adecuadas según el momento del año, y paramos cuando la temperatura llega a los 20 °C. Todo se moltura el mismo día y se almacena en depósitos inertizados. El envasado se hace en pequeñas cantidades, para asegurar que el aceite llegue al consumidor en su punto óptimo.
Después de varias campañas, ¿qué le ha enseñado el olivar como productor y como empresario?
Que cada año es un misterio. El olivo es un ser vivo que necesita tiempo, dedicación y amor. Aprendes a observarlo, a entender lo que te pide. No hay dos campañas iguales y eso te obliga a ser humilde y constante. La climatología influye muchísimo, por eso estar conectados con la tierra es esencial.

¿Cómo equilibra Masía Vilaplana la tradición oleícola con la innovación tecnológica?
Nos quedamos con lo mejor de ambos mundos. Usamos tecnología, claro —sensores, estaciones meteorológicas, sistemas de riego eficientes—, pero nunca dejamos de lado los procesos manuales que garantizan una calidad extrema. Es ahí donde la tradición marca la diferencia.
En su modelo de negocio, ¿qué papel juegan la sostenibilidad y la agricultura regenerativa?
Juegan un papel total. La finca es autosuficiente. Tenemos ovejas que nos ayudan con el manto vegetal y nos dan abono natural. También contamos con 60 colmenas repartidas estratégicamente por la finca: las abejas son esenciales para la polinización. Todo el entorno está lleno de hierbas aromáticas —tomillo, lavanda, romero, manzanilla, espliego— que enriquecen el ecosistema. Y además contamos con un parque solar y estaciones para gestionar el riego de forma inteligente.
El AOVE de alta gama cada vez tiene más demanda internacional. ¿Cómo ha sido su experiencia en los mercados exteriores?
Muy positiva. Actualmente estamos presentes en Bélgica, Francia, China y Vietnam, y seguimos creciendo. Fuera de España hay una enorme apreciación por los productos gourmet y sostenibles, y ahí Masía Vilaplana tiene mucho que aportar.

¿Qué opina de la concentración del mercado oleícola y su impacto en productores premium como ustedes?
Los grandes fondos apuestan por volumen. Nosotros, en cambio, apostamos por la excelencia. La cantidad está reñida con la calidad. Las pequeñas explotaciones como la nuestra buscan diferenciarse a través de un producto excepcional, no de las cifras.
¿Qué planes de futuro tiene Masía Vilaplana? ¿Veremos nuevos productos o certificaciones?
Queremos seguir creciendo a nivel internacional. Estamos explorando nuevos productos siempre basados en materia prima propia. En nuestra tercera cosecha ya obtuvimos una medalla de bronce en los Premios Mezquita. Nuestro próximo objetivo es el oro. Seguimos mejorando, aprendiendo y apostando por un aceite que representa lo mejor del campo y la innovación.
En una sola palabra, ¿cómo definiría Masía Vilaplana?
Autenticidad.