El verano es sinónimo de sol, mar y días eternos… pero para el cabello y las uñas puede convertirse en una prueba de resistencia. La radiación solar, el salitre, el cloro y hasta el viento hacen que, al final de la temporada, el brillo se apague, las puntas se abran y las uñas se vuelvan más quebradizas. En septiembre, mientras guardamos el bañador, también toca diseñar un plan de rescate para devolverles fuerza y vitalidad.

“El cabello y las uñas son estructuras queratínicas que reflejan nuestro estado de salud y nutrición. Durante el verano, la exposición a agentes externos acelera su desgaste y fragilidad”, explica la nutricionista Noemí Bermúdez, fundadora de Mimate Cosmetics y experta en nutricosmética.
Daños invisibles… hasta que se notan
Aunque el pelo y las uñas no “sientan” como la piel, su integridad depende de una matriz rica en proteínas, vitaminas y minerales. El sol degrada la queratina y altera la cutícula capilar, lo que se traduce en mayor porosidad y tendencia a la rotura. El cloro y la sal actúan como deshidratantes, mientras que el calor extremo favorece el encrespamiento y la pérdida de elasticidad.
En las uñas, estos factores pueden provocar estrías, capas que se desprenden y pérdida de brillo natural. Y, al igual que ocurre con el cabello, la recuperación requiere tiempo y cuidados combinados.
Nutricosmética: fortalecer desde dentro
Bermúdez defiende que la recuperación efectiva empieza desde la raíz —literalmente— y no solo con tratamientos tópicos.
“La biotina, el zinc y los aminoácidos azufrados como la cisteína y la metionina son esenciales para la síntesis de queratina. Sin estos nutrientes, el crecimiento será más lento y la estructura, más débil”, explica.
- Biotina: contribuye al metabolismo de las proteínas y favorece la producción de queratina.
- Zinc: mineral clave para la división celular y el crecimiento del folículo piloso y la matriz ungueal.
- Aminoácidos azufrados: forman los enlaces que dan resistencia a la fibra capilar y la lámina ungueal.
Bermúdez recomienda una suplementación de entre dos y tres meses, especialmente en otoño, cuando además se produce la caída estacional del cabello. “El pelo que empezamos a cuidar hoy será el que veremos fuerte en tres o cuatro meses”, puntualiza.

Cuidado tópico: reparar y proteger
Aunque la base está en la nutrición, la cosmética capilar y de uñas juega un papel esencial en la fase de recuperación:
- Champús suaves sin sulfatos, que limpien sin arrastrar lípidos.
- Mascarillas nutritivas con aceites vegetales, manteca de karité o proteínas hidrolizadas, para sellar la cutícula y retener hidratación.
- Sérums capilares con silicona ligera o ceramidas, que actúan como escudo frente a la fricción y el calor.
- Aceites de cutículas con vitamina E para hidratar y prevenir roturas.
El calor de secadores y planchas debe reducirse al mínimo y, cuando sea inevitable, aplicarse siempre con protector térmico.
Dieta aliada del brillo
Además de suplementar, Bermúdez propone reforzar la alimentación con:
- Pescados azules (salmón, sardina, caballa) por su aporte de omega-3, que mejora la elasticidad y el brillo.
- Huevos como fuente de proteínas de alta calidad y biotina.
- Legumbres y frutos secos para obtener zinc y aminoácidos.
- Verduras de hoja verde y frutas rojas, ricas en antioxidantes que protegen frente al daño oxidativo.
La hidratación —al menos 1,5 litros de agua al día— también es clave para mantener la flexibilidad de las fibras y evitar el aspecto apagado.
Plan exprés de recuperación
Para quienes buscan un protocolo claro, esta es la propuesta combinada de nutricosmética y cuidado tópico:
Mañana
- Desayuno con fruta y proteína (huevo, yogur o bebida vegetal enriquecida).
- Cápsula de biotina + zinc + aminoácidos.
Noche
- Lavado con champú suave.
- Mascarilla nutritiva una o dos veces por semana.
- Sérum capilar en medios y puntas.
- Aceite de cutículas con masaje circular.
Cada semana
- Recorte de puntas abiertas para evitar que el daño se propague.
- Día sin calor (ni secador ni plancha).
El tiempo, el mejor estilista
El cabello crece, de media, un centímetro al mes, y las uñas tardan de tres a seis meses en renovarse por completo. Por eso, la recuperación tras el verano es una carrera de fondo: lo que empecemos en septiembre se verá en plenitud cuando llegue el invierno.
“La belleza del cabello y las uñas no es un truco inmediato; es el reflejo de un cuidado continuo. Si les damos lo que necesitan ahora, nos lo devolverán en fuerza, brillo y resistencia”, concluye Bermúdez.
El final de las vacaciones puede ser el inicio de un nuevo capítulo para tu melena y tus manos. Con la combinación adecuada de nutrición, tratamientos y paciencia, volverán a lucir como el mejor accesorio natural: sanos, fuertes y con ese brillo que ninguna temporada debería apagar.