Por Jesús Reyes
La sala de exposiciones temporales del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acoge, por primera vez, una exposición monográfica dedicada a esta artista madrileña, una de las figuras fundamentales del realismo contemporáneo español y la muestra podrá verse hasta el 2 de junio de 2024. La exposición se compone de un centenar de obras de toda su carrera, incluyendo sus pinturas y dibujos más sobresalientes, muchas de ellas piezas nunca vistas en España por encontrarse principalmente en museos y colecciones de Alemania, país en el que tuvo un destacado reconocimiento en los años 1970 y 1980. La selección de obras propone un recorrido evocador que se adentra en el ‘mundo Quintanilla’, protagonizado por sus objetos más personales, por la intimidad de las estancias de los diferentes domicilios y talleres donde vivió y trabajó, así como por su familia y sus compañeros. Un universo en el que el visitante va a reconocer ambientes y objetos que activarán sus emociones, objetivo que estuvo siempre presente en la autora. La pintura de Isabel Quintanilla es resultado de un dominio rotundo de la técnica y de un oficio adquirido en distintas escuelas, pero, sobre todo, de un trabajo continuado en el tiempo.
La obra más antigua y la más reciente de Quintanilla
La muestra comienza con un autorretrato a lápiz de la protagonista (1962) que se suma a la decena de obras en las que se muestran el trabajo más temprano de Quintanilla, marcado por unos tonos más oscuros. Esta sección, bajo el nombre deTemprana declaración de intenciones, expone el cuadro más antiguo que se conserva, La lamparilla (1956), y el más reciente, Bodegón Siena pintado en 2017, convirtiéndose en la última obra que la pintora entregó a su galerista, Leandro Navarro, antes de morir.
En Pintura de proximidad la artista realista se acerca a los objetos más cotidianos. Dejando atrás los colores oscuros de sus inicios, Quintanilla muestra naturalezas muertas con elementos personales. Aquí se expone también su popular serie de los vasos de agua de la marca Duralex.
Los objetos cotidianos, protagonistas de la obra de Quintanilla
Entre los elementos que pinta aparecen unas tijeras, unos dedales o una máquina de coser en un claro homenaje a su madre costurera que, con su trabajo, sacó a sus dos hijas adelante después de que su marido muriera en un campo de concentración en Burgos en 1941.